Toda mi vida me dediqué a la danza cómo mi actividad central, mi eje. Desde niña muy curiosa y excelente alumna, me destaqué en todas las áreas de estudio principalmente en la literatura. Desde niña emprendedora en serie, siempre insaciable en los nuevos aprendizajes. Siempre tuve muchísima intuición, la he utilizado en infinidad de veces para tomar decisiones cruciales en mi vida. Seguí mi vocación por la danza y abocar toda la energía en mi carrera profesional como bailarina, aunque en paralelo, me capacité como docente , graduándome en la escuela terciaria como Profesora de nivel inicial. Comencé mis estudios y prácticas de Hatha Yoga. Durante varios años mi vida transcurrió a pleno en mi estudio de danza, en escenarios como solista y con mi grupo de alumnas, con mi ballet. Confeccionando vestuario. Mi vida era puro movimiento y viajes. Más tarde, llegando a mis treinta comencé una nueva búsqueda interna la que derivó en iniciarme en el estudio y práctica de meditación. Me inicié en la meditación trascendental (MT) la cual sigo practicando hasta la actualidad. Ahí comencé mi actividad fuerte en el plano mental nuevamente, ya que me anoté en la Facultad de Diseño y Urbanismo. Luego de varios años de estudio me recibí como Diseñadora Gráfica. Mucho tiempo invertido, pocas horas de sueño y a tope mi actividad mental. A mediados de mis treintas y con mi primera hija pequeña, cerré mi estudio de danzas. En ese momento de mi vida, recuerdo que tenía muchísima gratificación de ya estar ejerciendo a distancia mi nueva profesión como diseñadora (estoy hablando de hace como diez años cuando el home office no estaba en agenda de nadie). Emocionalmente estaba quebrada, no podía balancear mi nueva vida. Me faltaba el movimiento de toda mi vida….. Yo “pensaba” que mi nueva vida en casa con mi familia, mi hija, la cual la podía cuidar, sin tener niñeras, me iba a aportar paz y tranquilidad, y lejos muy lejos estaba de esto.
Nos mudamos a Luján con mi familia , yo estaba nuevamente embarazada, de mi segunda hija, a una casa que fue el sueño y la “realización familiar”. Un espacio de campo , idílico, con casa a estrenar…. Nació mi segunda hija y en ese momento comencé a tocar fondo. Mis emociones estaban totalmente desajustadas, no solo de hormonas, sino por no poder comprender las señales que ellas me mostraban. Pisando mi autoestima, con cada vez más miedo. Y alejada de todo lo que en diferentes etapas de mi vida había transmutado una infancia desafiante, mi danza…. Analicé que era experta en alcanzar mi metas. Todo lo que visualizaba lo concretaba. Pero siempre surgía la pregunta luego de alcanzar mis grandes proyectos (mis carreras, mis profesiones exitosas, tener mi casa soñada) de ¿ y ahora qué hago? ¿En que me enfoco?. Y me sentía vacía. En un momento toqué tanto fondo que ya había perdido tener sueños, metas. Había superado ampliamente mis expectativas de vida y como que sentía que ya no tenía sueños por cumplir…
En la pandemia comencé a enfocarme en desarrollar mi equilibrio. Dije basta a muchas cosas.Primero tímidamente. Jugando volví a bailar, esta vez online y mi presencia , totalmente impensada para mí, en las redes, de repente explotó. Escribí mi libro de danza.Aunque mostraban ya una sola faceta de mi, yo no me sentía que integrara todo mi camino interno. Abocada en busca de la VERDAD comencé a entender las dimensiones del SER para la evolución, mi evolución. Que todo tiene que estar integrado. Así surgieron mis rutinas. Integrando mi fuerte inclinación hacia el movimiento transmutador, donde la danza, el yoga y la calistenia son mis pilares. El área emocional, donde tantos mindset que hice, las lecturas y principalmente estudiar coaching, me han dado las herramientas (y me siguen dando), para comprender que las emociones son nuestras aliadas. Y cuando sabemos sus códigos podemos ser congruentes y mucho más sanos. Mi universo mental, tan desarrollado, se aplaca leyendo intensamente, como en mi niñez y adolescencia. Aunque ya no busca un título más, porque ya se que luego de la certificación , si es una meta vacía viene la pregunta ¿y ahora qué posgrado hago?. Abracé mi espiritualidad, perdonando cada vez que no oía mi intuición. Mi brújula interna tan desarrollada en mi niñez y quede “adulta” calle por décadas, por miedo. Miedo al qué dirán, a los juicios de las personas, a no animarme a SER.
Mi libro “La Niña Maga” hizo una revisión profunda de mi niñez. Ese libro encendió mi corazón. Liberé emociones reprimidas de mi infancia y finalmente pude perdonarme y perdonar a mi familia nuclear.
Inmersión en las llaves de conciencia…. en el sistema de chakras, Registros akashicos, chamanismo, Guardiana de la tierra, Guardiana del útero… y seguir indagando en muchísimos tipos de meditaciones.
Descubrí a mis 44 años que puede ser feliz SOLO si fluyen las cuatro dimensiones, que denomino en el acrónimo FEME (físico, emoción, mente y espíritu) Solo si estas cuatro áreas, planos, están en congruencia puedo estar en paz, feliz. Cada herramienta que yo, cariñosamente, llamo “llaves de conciencia” me permiten ahora llevar una vida dichosa en el presente, con mucha visión en mis metas, aunque aprendi que ya tengo todo y soy feliz.
Por eso mis mantras diarios, mis afirmaciones de poder son tres.
“Yo soy la favorita del universo”
“Yo soy un regalo para el universo”
“Yo elijo vivir un día a la vez”
A partir de ahora les comparto feliz mi vida integrada, congruente, dichosa y en plenitud. Y no se sorprendan si un día le estoy hablando del mensaje que nos viene a traer la IRA y al otro día estoy bailando una canción de danza del vientre… esa soy yo y aprendí a amarme así. Yo soy única, irrepetible, igual que vos.
Te amo sos especial. Hoy es un día lleno de milagros.